Un aumento significativo en la llegada de ciudadanos haitianos al país mediante vuelos chárter ha llamado la atención de autoridades y expertos en migración. Desde fines de febrero y hasta la primera semana de abril, se han registrado 11 vuelos especiales desde Haití con destino a Santiago, marcando un cambio respecto a los dos años anteriores, en los que no se reportaron vuelos de este tipo, según confirmó la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC).
De los 11 vuelos contabilizados hasta el 7 de abril, nueve partieron desde Puerto Príncipe con escala en Lima, mientras que los otros dos despegaron desde Cabo Haitiano. Estos vuelos se enmarcan en procesos de reunificación familiar autorizados por el Estado chileno, según explicó el director del Servicio Nacional de Migraciones, Luis Eduardo Thayer, quien señaló que “se trata de visas de reunificación familiar que han cumplido todas las revisiones”.
El fenómeno ha traído a la memoria el masivo flujo migratorio desde Haití que se registró años atrás y ha generado preocupación en algunos sectores por la magnitud y rapidez del actual ingreso. Rodrigo Sandoval, exdirector del Departamento de Extranjería y Migración, advirtió sobre la necesidad de una supervisión más exhaustiva: “Es recomendable que las autoridades analicen de forma más detallada la forma en la cual se gestionan, se organizan y se financian este tipo de vuelos especiales. No estoy diciendo que haya algo irregular, pero sí deben ser observados bajo criterios de inteligencia migratoria”.
Por su parte, Michel-Ange Joseph, representante de la comunidad haitiana en Chile, defendió el uso de los vuelos chárter como una alternativa viable y necesaria: “Estos vuelos representan el único medio para salir del país en este contexto, ya que no existen rutas comerciales directas entre Haití y Chile”.
Las autoridades migratorias chilenas han reiterado que todos los casos están siendo tratados bajo los marcos legales vigentes y que las personas que ingresan cuentan con sus respectivos visados. No obstante, el tema ha reabierto el debate sobre la planificación y control de los flujos migratorios en un escenario regional marcado por la inestabilidad política y social en Haití.