Nicolás Guerra toma la pelota y la ubica en el punto penal. Es el cuarto de la tanda en que la Universidad de Chile caía por 3 a 4 ante O’Higgins. El joven delantero escucha el silbato, patea e Ignacio González se la tapa. Se cayó el mundo para el atacante, que luego vio como Fabián Hormazábal, bajo el mismo expediente, le dio el triunfo a su club en la tanda de penales en Copa Chile.
La acción de Guerra errando el penal se transformó en una imagen que se repitió día tras día y que generó que los hinchas lo destrozaran. Una semana complicada que logró sepultar bajo siete llaves durante este miércoles en el Santa Laura. El mismo escenario donde ocurrió la “tragedia”.
Es que con el respaldo de Mauricio Pellegrino, su entrenador, Nicolás Guerra saltó a la cancha de Independencia para redimirse. Y así lo hizo. Ocupó el lugar de Leandro Fernández (lesionado) y estuvo desde el inicio para la continuidad del tan bullado Clásico Universitario, que duró dos meses en reanudarse.
Y fue solo felicidad para el nobel delantero formado en la U. Gol, asistencia y triunfo por 3 a 0 sobre su clásico rival. Una noche mágica para un futbolista que ha tenido que hacer el recorrido largo. Tuvo que salir, romperla en Ñublense y volver al club donde nació para buscar una nueva oportunidad y consolidarse.
Es irresponsable decir que con este gol y asistencia se ganará su lugar en el cuadro laico. Pero no cabe dudas que suma créditos para conseguir una nueva oportunidad y buscar la consolidación con la camiseta que lo vio nacer y que lo espera ver triunfar.