Este sábado en el penúltimo capítulo de “Socios por el mundo”, Francisco Saavedra y Jorge Zabaleta caminaron por las calles de Amalfi, el pueblo que da el nombre a la Costa Amalfitana, donde terminaron su viaje por Italia y emprendieron rumbo al noreste de África, para visitar el último destino de esta temporada, Egipto.
Ya en el centro de El Cairo, los amigos se sorprendieron con el caos de sus calles, la gran vorágine del comercio y lo extrovertido de su gente.
En medio de este recorrido, surgieron temas relacionados a cómo es la cultura del pueblo egipcio, Pancho Saavedra le pregunta al guía, cómo trata la sociedad a los homosexuales, el guía les comentó que el tema de la homosexualidad es algo muy grave, les contó que hay personas homosexuales, sin embargo, todo es de manera clandestina y, si en una familia hay un homosexual, el grupo familiar completo será castigado por la sociedad, en el sentido que nadie se vinculará con ellos.
Frente a esta realidad, Pancho Saavedra vivió un momento de profunda emoción, llegando a las lágrimas. Frente a este tema el conductor reveló, “la cultura a mí me chocó profundamente, cuando hablamos de la vida de un homosexual en Egipto y el guía me responde que eso es algo grave y castigado, me sentí profundamente desprotegido, sentí que estaba en un país que no me correspondía estar, pero más que darme miedo por mí, pensé en lo terrible que deber ser la vida de un gay o una lesbiana en este país, con esa cultura homofóbica y racista, debe ser algo feroz”. En relación, agregó: “Yo lo pasé mal, me angustié, Egipto es maravilloso por su riqueza cultural, pero es para visitarlo una vez, yo no volvería”.
Sin embargo, Saavedra aclara: “Este país es sorprendente y tiene una riqueza y belleza cultural tan fuerte como Marruecos, sus pirámides, la esfinge de Giza, la tumba de Tutankamón, este destino los va a sorprender, lo que logramos grabar les va a asombrar, los lugares y las personas con las que estuvimos, será algo extraordinario”.
Y ese no fue el único momento incómodo que vivió Pancho, ya que al visitar una de las pirámides por dentro, sufrió claustrofobia por el calor y la humedad; luego, descubrieron la gran esfinge de Guiza y pudieron admirar esta imponente escultura con cabeza de humano y cuerpo de león.
Frente a esta experiencia, Pancho Saavedra reflexionó, “estábamos sorprendidos, cuando el guía nos lleva con los ojos vendados y nos ponen frente a las pirámides eso fue algo impactante, sublime, te emociona y te dan ganas de llorar, pues estás frente a la historia misma”.