La actriz y comediante, Javiera Contador, reflexionó en torno a su paso por la última versión del Festival de Viña, a las dificultades que experimentan las mujeres en el humor, a la odiosidad de las redes sociales y su negativa de participar nuevamente en el evento.
“Descubrí que no soy capaz de ser graciosa ni de hacer la pega que tengo que hacer en cualquier circunstancia”, afirmó.
“Esto va a ser imposible. Era una sensación súper triste y yo sin agua, estaba seca. Estaba entera hecha cortisol, tratando de congeniar alguna idea con la gente pifiando y el público que está adelante con una cara de pasarlo pésimo, como una tortura, pensando ‘hagan algo, que la hueona se muera, que alguien entre, por favor que esto termine’. Para todos era un suplicio”. Así recuerda, en parte, Javiera Contador su paso por el Festival de Viña 2024. A varios meses del suceso, la actriz y comediante se sentó a compartir su experiencia y reflexiones con Paula Escobar en una nueva versión de la Cátedra Mujeres y Medios UDP.
La instancia que busca generar espacios de conversación e intercambio en torno a género, abordó el humor hecho por mujeres, en un momento en que ha proliferado la presencia de comediantas en la escena local e internacional.
A las mujeres les cuesta más
“Hay muchas, pero sus circuitos también son menos visibilizados. En general, a las mujeres les cuesta más. Siento que el estereotipo del hombre bueno para la talla es como casi un ente social; la mujer buena para la talla es como más de sus amigas, no cumple o no cumplía un rol tan social y ahora sí, aunque siento que en las comunidades de mujeres siempre ha habido mucha risa”, comentó.
La actriz planteó que actualmente aún están muy presentes los prejuicios en torno a las mujeres que hacen humor, ya sea en cuanto a las exigencias con las que deben cargar y también a las temáticas que abordan en sus rutinas.
“Se dice mucho que las mujeres hablan temas de mujeres. Creo que los hombres también, pero como el mundo de los hombres es el mundo de todos, pareciera que cuando los ellos hablan de su mundo estuvieran hablando del nuestro también. En cambio, cuando nosotras hablamos de nuestro mundo los hombres no se sienten integrados cuando también es el mismo. Siento que, de alguna manera, a las mujeres nos cuesta inevitablemente. Aunque quien quiera recibir la información esté dispuesto, lo está con una construcción social, mental y religiosa también, muchas veces desde otro lugar. Pero, en general, cada vez hay más público, siento que se ha ido abriendo”, señala.
El festival y el bullying
Aún muy recientes, los recuerdos sobre su paso por el último Festival de Viña surgen todavía en las entrevistas y conversaciones públicas. Javiera reflexionó en torno a las críticas que surgieron tras su participación, lo que se pudo ver de su rutina y lo que ocurrió con el público ese día.
“La gente tiende a creer que un artista debe hacer bien su pega en cualquier escenario y en cualquier condición, y yo sentí que, en mi caso -lo descubrí ahí y quizás fue un mal momento-, yo no soy capaz de ser graciosa ni de hacer la pega que tengo que hacer en cualquier circunstancia. Para contarte una historia divertida, un chiste, yo necesito que estemos medianamente conectados. Si eso no ocurre, es muy difícil entrar. Hice lo que pude y más o menos, inconexo, porque mi cabeza era como que iba a explotar. Pero sí sentí que ese minuto no podía definir mi vida”, recordó.
Una angustia
A seis meses de esta experiencia, Javiera afirma que no volvería a participar del certamen, “no porque no crea que tengo capacidades para retomarlo, sino que porque ese nivel de exposición me produce a mí una angustia”. Este sentimiento también lo experimentó incluso en su primera participación que fue exitosa y aunque comprende que son las circunstancias de una industria que funciona así, no se siente cómoda en esa posición.
“Chile es un país de bullying y el Festival de Viña es una gran muestra de eso. Estamos en un momento de una rabia profunda y no sabemos cómo volcarla, somos una sociedad que está en un gran debe con la salud mental y la risa siento que aporta en esa área. Hay que tener unas ganas y un cuero de chancho que yo no tengo, no lo disfruto. No tengo ganas de ir a defenderme cada vez, tengo ganas de ir a hacer la pega que sé hacer y ojalá que se rían lo más posible”, concluyó.