Ya lo dijo Albert Camus en La Peste, las peores epidemias no son biológicas, sino morales. En las situaciones de crisis, sale a luz lo peor, pero también lo mejor.
No hay forma de volver atrás, ni de ignorar a los “rinocerontes grises” que están frente a nosotros. Michele Wucker (The Gray Rhino, 2016) nombra así a aquellos eventos que todos vemos venir pero que nadie se atreve a enfrentar. En el presente, solo podemos trabajar en conjunto lo que estamos viviendo ya que lo que le sucede a Chile es asunto de todos y todas.
En el cuarto mes de pandemia, además de esperar la vacuna que nos permita salir de la crisis sanitaria, necesitamos poner en marcha la economía, recuperar el empleo y, especialmente, reconstruir un proyecto de país compartido. Pero no sirve cualquier propuesta, debemos hacerla recogiendo los aprendizajes de este tiempo difícil.
Si tiramos en exceso, se cortan los elásticos, pero hay algo de esa tensión que es positiva. Esta tensión es la que nos permite correr los límites de lo que dábamos por obvio, de lo que ya no es posible y de lo nuevo que debemos co-crear. Esta tensión nos recuerda que unos pocos jamás tomarán buenas decisiones si no escuchan, que el anhelado bienestar es necesariamente colectivo y que la grandeza del ser humano reside en su capacidad de amar.
No más indolencia, es tiempo de volver a construir utopías que nos sostengan ¿Utopías? Sí porque nos permiten volver a soñar en conjunto con una sociedad ideal. En 1516, Tomás Moro acuñó el término para apelar a ese “no lugar” porque como humanos imperfectos siempre fallamos al intentar la perfección. Sin embargo, es precisamente ese ideal por alcanzar el que nos inspira a seguir mejorando como parte de un continuo y a exigirnos lo mejor.
La abolición de la esclavitud, el derecho a voto de las mujeres, la derogación de la pena de muerte, la educación como un derecho han sido pequeños grandes acuerdos sociales logrados como sociedad que permitieron correr los límites en pos del bien común. Hoy necesitamos un reformismo gradual bajo el alero de la democracia y el cuidado propio del respeto. Sin temor necesitamos hacernos todas las preguntas y buscar hasta el fondo para encontrar soluciones a los desafíos complejos que enfrentamos. Innovación, emprendimiento, creatividad, solidaridad y cooperación se pueden unir para lograr la mejor expresión de un desarrollo sostenible y sustentable.
Como dice el dicho, “sin compromiso no hay bendiciones”. Necesitamos crear nuevos compromisos porque, aunque implique dejar cosas de lado, la recompensa posterior será infinitamente mayor que la pequeña seguridad actual.
A medida que bajan los ingresos a las unidades de cuidado intensivo debemos hacer que suban las coordinaciones de acciones que posibiliten el diálogo y generación de acuerdos para un mejor Chile para todos. No es hermoso el dolor, pero abre los ojos y es imprescindible mirar lejos y profundo para dejar el mundo mejor que lo que lo recibimos.
Gonzalo Jiménez Seminario
CEO Proteus Management & Governance