Comparte

En esta Navidad, el capellán del Hogar de Cristo, José Francisco Yurazseck, habló con Pedro Carcuro en “El Rompecabezas” de Agricultura sobre el sentido de estas fechas.

¿Cómo es una Navidad en el Hogar de Cristo?

– Al igual que en todas las casas es un momento de encuentro, de fiesta y procuramos tener las puertas abiertas, porque es una fecha donde a muchas personas le brotan los deseos de encontrarse, de servir. Por supuesto hay que comer algo…

A propósito ayer estuvo en La Moneda cuando el Presidente anunció el proyecto que da el vamos al proceso Constituyente.

– Nos invitaron a muchas organizaciones de la sociedad civil. Fui testigo de ese momento junto con todos los chilenos. Es significativo. El Presidente invitaba precisamente al finalizar el discurso a hacer un balance de lo que fue del año. Yo invito a hacer algo similar, que volvamos a lo fundamental. Las familias se reúnen, viajan… en torno a la mesa ocurren muchas cosas.

Claro, no solo la gente se junta a comer, hay intercambio de miradas, brindis con una copa de vino que va más allá… es transmisión de afecto y consolidar lazos.

– Exactamente. Y a veces ocurre que no es tan fácil sentarse a la mesa cuando hay conflictos durante el año. Hay que aprovechar estas instancias para pedirse perdón por algún arrebato, alguna mala palabra y mirar el futuro con esperanza. Esas dos cosas.

¿Pasas la noche con tu familia o en el Hogar de Cristo?

– Esta noche en particular voy a la capilla Pablo VI que queda en la comuna de Pudahuel y ahí voy a celebrar la misa de Noche Buena y después de eso nos vamos a encontrar, yo vivo en Estación Central, en la población Los Nogales, así que ahí me voy a encontrar con ellos.

Hay muchos inmigrantes.

Muchos, mayoría haitianos, colombianos, venezolanos. Ha cambiado mucho el rostro y el sabor. Esta Navidad va a ser un poco distinta. Mañana almuerzo con mi familia y a las 5 de la tarde vamos a celebrar una misa, vienen los Bomberos… y tenemos una fiesta navideña para quienes viven en la calle.

Entre tanta cosa, me trajiste un regalo, un libro que se llama Chuchunco City con un mapa de Chuchunco. Me preguntó José ¿sabes dónde? Y me tiré un carril ‘hacia el sur’, dije. 

– Chuchunco es Estación Central. Viene de San José de Chuchunco. En mapudungún significa ‘donde se perdió el agua’. Editamos este libro en el Hogar de Cristo, el que lo quiera comprar lo pueda hacer por la web. Estamos remodelando la estación San Alberto Hurtado, para recuperar el tejido social.

¿La convivencia en las poblaciones que visitas ha sido muy difícil por esta crisis social estos dos últimos meses?

– A nivel de barrio no ha cambiado mucho, no ha habido mucha violencia ni nada. Sí los que más mal lo pasaron fueron los chinos, porque saquearon negocios chinos y vergüenza de los vecinos porque reconocieron que habían sido malos vecinos, pero en general está tranquilo ahí. Aunque claro en Pudahuel ha habido siempre y aún más ahora narcotráfico y violencia de pandillas.

José, además de ser sacerdote estudiaste una carrera, eras brillante alumno en la universidad.

– Brillante, no sé, pero soy ingeniero civil.

La pregunta es: siendo hijo de un empresario, ¿cómo se produce este salto en tu vida?

– Bueno, ya tengo 42 años, el salto me lo pegué hace un buen rato. Soy sacerdote hace 19 años. La verdad es que Cristo vino para todos, para ricos, pobres, gordos, flacos… Contemplando el pesebre todos tocamos la común vulnerabilidad y fragilidad que tenemos. Esa la tiene el más rico, el más pobre…. en el comienzo y el final comenzamos y terminamos todos igual.

 

Últimas Noticias