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Investigador IdeaPaís

Hace 32 años, Ulrich Beck, en su libro “La Sociedad del Riesgo”, ya constataba que muchas empresas de su país habían incorporado automatización y robotización a sus procesos para aumentar su productividad. Actualmente, este fenómeno es bastante común en distintas industrias. Por ejemplo, Enaex ha implementado los equipos robóticos Robominer y Mine-iTruck, los cuales permiten extraer minerales sin riesgos para las personas.

Según Beck, el trabajo es uno de los ejes centrales de la existencia de las personas en la sociedad industrial, ya que garantiza y protege los proyectos de vida de los individuos, entre otros beneficios.  Si seguimos esta perspectiva, podemos pensar que los cambios en el mercado laboral, como la automatización y robotización, no solamente tienen consecuencias económicas, sino que también sociales. Al respecto, el Foro Económico Mundial publicó el pasado lunes 17 de septiembre un informe sobre el futuro del trabajo a nivel mundial en donde expone evidencia que nos permite reflexionar sobre este asunto.

Por ejemplo, cerca del 50% de las compañías participantes de este estudio estima que la automatización significará una reducción en la dotación a tiempo completo en sus organizaciones para 2022, considerando los tipos de empleos que tienen en la actualidad. Sin embargo, más de un cuarto de las empresas espera que este cambio tecnológico les permita crear nuevas funciones en sus procesos productivos. De esta forma, esta transformación no implicaría necesariamente desempleo, sino que también podría generar nuevos trabajos vinculados al uso de tecnologías.

Ahora bien, un punto relevante a considerar es que estos nuevos roles vinculados a la automatización y robotización implican un conocimiento técnico especializado del que muchas personas carecen. Por lo tanto, si las compañías tienen la intención de resituar a sus empleados en estas nuevas funciones, deberán capacitarlos. No obstante, cerca de un cuarto de las empresas participantes del estudio del Foro Económico Mundial no han determinado si realizarán procesos de formación en estos temas a sus empleados, y dos tercios de ellas tienen la expectativa de que sus trabajadores adquieran las habilidades necesarias para realizar satisfactoriamente estas nuevas tareas en la práctica.

En el caso de Chile, un documento de la OCDE concluye que en promedio el 55% de los empleos tiene una probabilidad de ser sustituidos por máquinas. Por otro lado, en nuestro país no son muchas las iniciativas privadas o públicas focalizadas en entregar las herramientas técnicas necesarias para que los trabajadores puedan adaptarse a los desafíos de la automatización y robotización. En este sentido, no estamos preparando suficientemente a nuestra fuerza laboral para adaptarse a este nuevo contexto.

La incorporación de nuevas tecnologías en los procesos de las empresas puede generar oportunidades de desarrollo profesional de los trabajadores, lo que sería un gran aporte para mejorar la calidad de vida de ellos y sus familias. Pero lo anterior supone implementar estrategias de capacitación en conocimientos y destrezas técnicas específicas para que los empleados estén preparados para desempeñarse óptimamente en esta nueva situación. Si estos procesos no se dan de manera simultánea, trabajadores no calificados en estos temas serán excluidos del mercado laboral o serán empujados a elegir empleos más precarios, lo que generaría nuevas incertidumbres sobre sus proyectos de vida.

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